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Resumen Don Quijote por Capítulos

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Resumen Don Quijote Primera Parte

Capítulo 1

En un lugar de La Mancha vive un hidalgo de unos cincuenta años llamado Alonso Quijano. Su gran afición a los libros de caballería le hace perder el juicio y decide convertirse en caballero andante. Prepara las antiguas armas de sus antepasados, renombra a su viejo caballo como Rocinante, y se da a sí mismo el título de Don Quijote de la Mancha. Además, escoge una dama a quien dedicarle sus futuras victorias: una campesina llamada Aldonza Lorenzo, a la que idealiza con el nombre de Dulcinea del Toboso.

Capítulo 2

Don Quijote inicia su primera salida una mañana calurosa, armado con sus viejas armas y montado en Rocinante. En el camino se preocupa porque aún no ha sido armado caballero, pero su locura lo impulsa a seguir. Al anochecer llega a una venta que imagina como un castillo. Allí cena con dos mujeres (a quienes ve como damas) y con el ventero (a quien toma por el señor del castillo).

Capítulo 3

Tras la cena, Don Quijote pide al ventero que lo arme caballero. El ventero, por diversión, acepta y le indica que vele sus armas en el patio. Don Quijote cumple velando las armas, pero durante la noche unos arrieros quieren usar el pozo donde él las colocó. Don Quijote les impide tocarlas y pelea con ellos, provocando alboroto. Para calmar la situación, el ventero finge la ceremonia de armamento caballeresco allí mismo. Así, en pleno patio y de manera apresurada, “arma” caballero a Don Quijote. Este, satisfecho, parte de la venta al amanecer sin pagar (convencido de que los castillos no cobran a los caballeros andantes).

Capítulo 4

Ya en camino de regreso a su aldea, Don Quijote ve a un labrador azotando cruelmente a un niño pastor llamado Andrés. Indignado, ordena al labrador que cese el castigo y pague al muchacho lo que le debe. El labrador finge obedecer, y Don Quijote se marcha creyendo haber hecho justicia (sin sospechar que el labrador retomará la paliza en cuanto él se aleje).

Más adelante, Don Quijote se topa con unos mercaderes de Toledo y les exige que proclamen que Dulcinea del Toboso es la más bella del mundo. Los mercaderes se niegan a afirmar algo así sin verla, y uno de ellos se burla de él. Don Quijote, enfurecido, intenta atacarlos, pero Rocinante tropieza y cae. Aprovechando la caída, uno de los mozos mercaderes golpea a Don Quijote con su propia lanza rota, dejándolo malherido en el suelo.

Capítulo 5

Los mercaderes continúan su camino, dejando a Don Quijote golpeado y sin poder moverse. Tendido en el suelo, él recita frases de sus libros, medio inconsciente. Por suerte, un labrador vecino suyo, Pedro Alonso, lo encuentra. El campesino reconoce a Don Quijote y, compadeciéndose, lo sube a su burro y lo lleva de vuelta al pueblo.

Llegan a la casa de Don Quijote de noche, donde el ama, la sobrina, el cura y el barbero –amigos suyos– están preocupados por su desaparición. Entre todos lo acuestan en su cama mientras Don Quijote delira acerca de encantadores y batallas.

Capítulo 6

Al día siguiente, mientras Don Quijote sigue durmiendo, el cura y el barbero (amigos de la casa) deciden inspeccionar sus libros para buscar el origen de su locura. Concluyen que los libros de caballerías le han dañado la razón, así que, con ayuda del ama y la sobrina, realizan un escrutinio de la biblioteca. Van separando los libros: salvan algunos pocos que consideran inofensivos o valiosos, pero la mayoría los queman en el patio. Después, tapan con ladrillos la puerta de la biblioteca, planeando decir a Don Quijote que un encantador se llevó los libros y el aposento.

Capítulo 7

Cuando Don Quijote despierta, pregunta por sus libros. El ama y la sobrina, tal como acordaron con el cura, le hacen creer que un encantador llamado Frestón se llevó la biblioteca entera. Don Quijote lo toma como verdad: ahora tiene un enemigo mágico al que culpar.

Pronto, Don Quijote planifica su segunda salida. Para ello recluta como escudero a un vecino labrador bonachón llamado Sancho Panza, seduciéndolo con la promesa de hacerlo gobernador de alguna ínsula que conquisten. Sancho, tentado por la idea de mejorar su fortuna, deja a su mujer e hijos y se une a Don Quijote. Una madrugada, ambos salen en secreto del pueblo, Don Quijote a caballo en Rocinante y Sancho en su burro, iniciando así la segunda aventura.

Capítulo 8

Tras un par de días de viaje, Don Quijote y Sancho avistan a lo lejos numerosos molinos de viento. Don Quijote, en su imaginación desbordada, los confunde con gigantes feroces y arremete contra ellos, lanza en ristre​. Pese a los gritos de Sancho advirtiendo que son molinos, Don Quijote embiste a un molino; la enorme aspa en movimiento destroza su lanza y lo derriba junto con Rocinante​. Maltrecho en el suelo, Don Quijote atribuye la transformación de los gigantes en molinos al encantador Frestón, su enemigo, quien –según él– le roba la gloria de la victoria.

Sancho ayuda a su amo a incorporarse, y continúan el camino. Don Quijote, dolorido pero sin desfallecer, improvisa una nueva lanza con una rama. Esa noche acampan al aire libre, y Don Quijote reflexiona sobre la aventura mientras velan las estrellas.

Al día siguiente, se encuentran con dos frailes por el camino y, detrás de ellos, una carroza que transporta a una dama vizcaína hacia Sevilla. Don Quijote, creyendo que los frailes son magos que llevan a una princesa prisionera en el coche, derriba a uno de un lanzazo. Los frailes huyen espantados y Sancho intenta recoger sus hábitos como botín, pero unos criados lo apalean. Acto seguido, Don Quijote enfrenta al escudero vizcaíno que acompaña a la dama. Se enzarzan en un combate feroz a espada, y justo cuando Don Quijote se dispone a asestar el golpe final, el capítulo termina abruptamente, dejando la batalla inconclusa.

Capítulo 9

La historia queda en suspenso en medio de la pelea. El narrador indica que encontró la continuación escrita en unos antiguos manuscritos del historiador árabe Cide Hamete Benengeli, los cuales procedió a traducir para poder seguir contando las hazañas de Don Quijote.

Reanudando el relato: Don Quijote logra vencer al vizcaíno en el duelo, cortándole parcialmente una oreja. Le perdona la vida con la condición de que se presente ante Dulcinea del Toboso para rendirle homenaje. Tras la victoria, Don Quijote y Sancho retoman su camino.

Poco después, Don Quijote siente la necesidad de conseguir un bálsamo para sus heridas. Preparan un brebaje que Don Quijote cree ser el legendario “Bálsamo de Fierabrás”. Tras beberlo, Don Quijote vomita y suda profusamente, convencido de haberse curado. Sancho prueba el brebaje y sufre aún peor: pasa horas con vómitos y retortijones, jurando no volver a tomar remedios mágicos de su amo. Con este percance superado, continúan su viaje.

Capítulo 10

De vuelta al camino, Don Quijote y Sancho encuentran un grupo de pacíficos cabreros en las montañas. Los cabreros comparten con ellos comida y vino. Don Quijote, agradecido, pronuncia un elaborado discurso sobre la Edad de Oro, idealizando un pasado de justicia y paz. Los cabreros escuchan con respeto y algo de diversión ante la extraña figura del hidalgo.

Esa noche, los cabreros les cuentan que al día siguiente se celebrará el entierro de un pastor llamado Grisóstomo, que murió de pena por el desamor de una pastora llamada Marcela. Don Quijote, siempre dispuesto a involucrarse, decide asistir al sepelio.

Al amanecer, acuden todos al funeral en el campo. Allí, varios pastores lamentan la crueldad de la bella Marcela, culpándola de la muerte de Grisóstomo. De repente, aparece Marcela en persona. La joven pastora defiende con vehemencia su inocencia: declara que jamás alentó las esperanzas de Grisóstomo ni de ningún hombre, y que su libertad de no amar a quien no quiera no debe volverse en su contra. Tras pronunciar una inteligente y orgullosa defensa, Marcela se interna en el bosque. Don Quijote queda impresionado y decide buscarla para ofrecerle su ayuda, pero no logra encontrarla.

Capítulo 11

Terminado el funeral, Don Quijote y Sancho reanudan su ruta. En el camino, Rocinante se aleja atraído por unas yeguas de unos arrieros yangüeses acampados por allí. El rocín intenta juntarse con las yeguas, provocando que los arrieros lo golpeen para apartarlo.

Don Quijote, al ver a su caballo maltrecho, enfurece y arremete contra los arrieros para vengar la afrenta. Sancho se une a la refriega por lealtad a su amo. El resultado es desastroso: los dos son derribados y apaleados por el grupo de arrieros, que los dejan molidos a golpes en el suelo.

Adoloridos, Don Quijote y Sancho apenas pueden moverse. Con esfuerzo vuelven a montar (Sancho incluso coloca a Don Quijote sobre Rocinante como puede) y se alejan lentamente de aquel lugar. Pese al dolor, Don Quijote considera la paliza como un revés normal en la vida de un caballero andante.

Capítulo 12

Magullados y hambrientos, al anochecer llegan a otra venta (que Don Quijote insiste en ver como castillo). Allí, el ventero los reconoce de la vez anterior y los recibe con cierto recelo. A Don Quijote le acomodan en una mala cama en el desván y a Sancho cerca de las cuadras.

Esa noche ocurre un embrollo cómico. Una moza asturiana, Maritornes, que sirve en la venta, tenía acordada una cita amorosa con un arriero alojado allí. Cuando Maritornes entra a oscuras al desván, Don Quijote cree que es una dama noble que viene a visitarlo. Intenta galantearla, lo que provoca la ira del arriero vecino de cama, quien, en la oscuridad, golpea a Don Quijote. En la confusión, también el ventero sube alarmado y acaba recibiendo algún golpe a tientas.

Al final, Maritornes escapa, el arriero vuelve a su jergón y Don Quijote queda maltrecho, creyendo que ha sido víctima de encantamientos en aquel castillo. Sancho duerme ajeno a la trifulca. A la mañana siguiente, sin dinero para pagar la estancia, intentan irse discretamente.

Capítulo 13

Al intentar marcharse de la venta al amanecer sin pagar, el ventero y sus mozos detienen a Sancho. Don Quijote ya está fuera montado, convencido de que el lugar es un castillo encantado donde no se cobra. Los hombres de la venta, hartos, sujetan a Sancho y, en castigo, lo mantean (lo lanzan en el aire con una manta repetidas veces).

Don Quijote observa desde fuera del corral, incapaz de ayudar a su escudero porque según él el lugar está encantado y no puede penetrar sus muros. Después de divertir su ira con Sancho, los venteros sueltan al pobre escudero. Sancho queda magullado y humillado por la manteada.

Finalmente, Don Quijote y un dolorido Sancho parten de la venta. Sancho le cuenta lloroso lo sucedido, pero Don Quijote, en vez de socorrerlo, argumenta que aquello era obra de encantadores y que no pudo intervenir. A pesar de todo, prosiguen su camino en busca de nuevas aventuras.

Capítulo 14

A campo abierto de nuevo, divisan en la distancia un gran polvo levantado por dos manadas de ovejas que avanzan en direcciones opuestas. Don Quijote imagina inmediatamente que se trata de dos formidables ejércitos acercándose para librar una batalla. Emocionado, comienza a describir a Sancho los supuestos caballeros, caudillos y escuadrones que ve (todo fruto de su imaginación).

Sin escuchar las objeciones de Sancho, Don Quijote carga contra los “ejércitos”. Enviste a los rebaños, espantando a las ovejas y matando a algunas. Los pastores, al ver atacado su ganado, lanzan piedras con sus hondas contra Don Quijote. Una piedra le da en la boca, rompiéndole varios dientes, y otra lo derriba de Rocinante.

Sancho corre a socorrer a su amo herido. Los pastores reúnen sus ovejas y se marchan insultando al agresor loco. Don Quijote, con la boca ensangrentada, lamenta que el encantador Frestón haya vuelto a jugarle una mala pasada convirtiendo a los ejércitos en ovejas en el último instante. Recogiendo pedazos de su destrozada lanza y un diente caído, Don Quijote se resigna y junto a Sancho continúa la aventura.

Capítulo 15

Enseguida, Don Quijote y Sancho topan con un cortejo fúnebre: unos hombres vestidos de luto que llevan una litera con un difunto, acompañados de antorchas. Es de noche y la escena es sombría. Don Quijote, lejos de entender que es un entierro, cree que se enfrenta a un conjuro o procesión de espectros.

Decidido a averiguarlo, se planta delante del cortejo y ordena a los portadores que detengan su marcha y le expliquen su destino. Los hombres, que simplemente transportan un cuerpo a Segovia, se molestan por la interrupción. Uno de ellos responde secamente que van con prisa.

Don Quijote interpreta esto como desafío. Arremete contra uno de los clérigos de la comitiva y lo derriba. Enseguida, los demás cargan contra Don Quijote: le dan algunos palos y lo dejan en el suelo. El cortejo, alarmado, sigue su camino apresuradamente, dejando a Don Quijote maltrecho una vez más. Sancho lo auxilia y, cuando Don Quijote recobra el sentido, nuevamente atribuye el incidente a poderes sobrenaturales.

Capítulo 16

Tras tantas desventuras seguidas, Sancho sugiere a Don Quijote que sería prudente regresar a casa o al menos descansar unos días. Pero Don Quijote se niega a abandonar la vida andante. Decide internarse con Sancho en la Sierra Morena (unas montañas remotas), tanto para esconderse de posibles perseguidores (por haber liberado a los galeotes) como para imitar a los caballeros que hacían penitencia en lugares salvajes.

Antes de adentrarse en la sierra, junto a un arroyo, descubren una maleta abandonada con dinero, ropa y unos papeles escritos. Don Quijote supone que pertenecerá a algún caballero aventurero extraviado por allí.

Ya en lo más áspero de la Sierra Morena, Don Quijote siente que es el escenario perfecto para un acto de penitencia amorosa (como hicieron Amadís y otros héroes) en honor a Dulcinea. Decide realizar allí extravagantes actos de locura poética para merecer su favor. Para comunicarle tales hazañas a su amada, le dicta a Sancho una carta dirigida a Dulcinea del Toboso.

Don Quijote envía a Sancho de regreso a la aldea con la carta para Dulcinea, aprovechando que Sancho también puede traerle provisiones en el viaje de vuelta. Sancho parte, no sin reluctancia a dejar solo a su amo. Don Quijote queda aislado en la montaña, haciendo disparatados ejercicios de penitente enamorado.

Capítulo 17

Sancho, en ruta de regreso, se encuentra con el cura y el barbero del pueblo, que habían salido a buscar a Don Quijote. Les cuenta las novedades: que Don Quijote está en la sierra haciendo penitencia y les muestra la carta que iba para Dulcinea (en realidad Aldonza Lorenzo). El cura y el barbero, preocupados, deciden intervenir. Ingenian un plan para rescatar a Don Quijote: harán que uno de ellos se disfrace para engañarlo y llevarlo de vuelta a casa.

Mientras tanto, Don Quijote, solo en la sierra, se cruza con un hombre andrajoso y fuera de sí: es Cardenio, el dueño de la maleta hallada. Cardenio, medio loco de dolor, cuenta fragmentos de su historia: era un caballero que fue traicionado por su amigo Don Fernando, quien le arrebató a su amada Luscinda. Don Quijote escucha con interés, pero en cuanto el desconocido menciona algo que no le cuadra con sus libros de caballería, lo interrumpe. Esto enfurece al desventurado, que en un arrebato golpea a Don Quijote y huye monte adentro.

Don Quijote queda magullado pero más intrigado que molesto por la historia inconclusa. Decide que intentará ayudar a Cardenio más adelante, pues comprende que también Dorotea (la mujer que Don Fernando abandonó) debe andar por allí. Por ahora, sigue esperando el retorno de Sancho.

Capítulo 18

El cura y el barbero llegan a una venta cercana a la sierra, donde inesperadamente encuentran a Dorotea, una joven disfrazada de pastora. Dorotea resulta ser la prometida engañada de Don Fernando, el mismo que traicionó a Cardenio. Tras escuchar su historia y viendo su nobleza, el cura le propone participar en el plan para ayudar a Don Quijote: Dorotea fingirá ser una princesa en apuros para atraer a Don Quijote fuera de la sierra.

Dorotea acepta. Se viste más elegantemente con ropas proporcionadas por el cura (quizás de la maleta de Cardenio) y ensayan la historia ficticia: ella será la Princesa Micomicona, cuyo reino fue usurpado por un gigante, y pedirá a Don Quijote que lo derrote.

El grupo (cura, barbero –este disfrazado con barbas falsas como escudero de Dorotea– y Dorotea actuando de princesa) entra en la sierra y se topa con Don Quijote. Dorotea, con lágrimas fingidas, suplica la ayuda del “valiente caballero Don Quijote”. Le cuenta que un gigante llamado Pandafilando ha tomado su reino. Don Quijote, encantado de tener una aventura a su altura, promete auxiliarla y acabar con el gigante. De este modo, lo convencen de abandonar su penitencia y salir de la sierra para acompañar a la supuesta princesa a recuperar su reino.

Capítulo 19

Reunido ya con Sancho, quien ha vuelto con ellos, el grupo se dirige de regreso a la misma venta de antes. En el camino, se reencuentran con Cardenio, a quien persuaden de unirse (al ver a Dorotea, Cardenio comprende que Don Fernando también la agravió a ella).

Cuando llegan a la venta, suceden varias cosas a la vez. En la venta están alojados Don Fernando y Luscinda (la amada de Cardenio), junto con algunos amigos. También ha llegado un cautivo recién escapado de Argel en compañía de una bella mora llamada Zoraida.

Dorotea deja de fingir ser princesa al ver a Don Fernando, y Cardenio reconoce a Luscinda. Se produce un emotivo encuentro: Luscinda se desmaya al ver a Cardenio; Don Fernando queda atónito al ver a Dorotea (a quien creía perdida). Finalmente, Dorotea reclama a Don Fernando que cumpla su promesa de matrimonio; Luscinda explica que siempre amó a Cardenio. Don Fernando, arrepentido y conmovido, devuelve a Luscinda a Cardenio y acepta a Dorotea como esposa, cumpliendo su palabra. Todos los presentes celebran la reconciliación.

Mientras tanto, el cautivo cuenta su historia: es un soldado español que estuvo prisionero en Argel y escapó gracias a la ayuda de Zoraida, una mora que quiso convertirse al cristianismo. Narra sus peripecias y cómo Zoraida dejó todo para huir con él. Los presentes se conmueven con la narración, y el cura promete ayudar al cautivo y a Zoraida a integrarse en la vida cristiana.

Capítulo 20

Resueltos estos conflictos, el cura y el barbero se enfocan en llevar a Don Quijote a casa. Deciden encerrar a Don Quijote en una jaula y fingir que se trata de un encantamiento para transportarlo mágicamente. Construyen una jaula de madera grande y la colocan sobre un carro de bueyes.

A la mañana siguiente, mientras Don Quijote aún duerme, lo introducen en la jaula. Cuando despierta, le hacen creer que está encantado: el cura habla con voz impostada anunciando que una profecía ordena trasladar al caballero encantado. Don Quijote, pensando estar bajo un hechizo, acepta su destino con dignidad.

Así, emprenden el camino de regreso a la aldea con Don Quijote enjaulado en el carro. Sancho acompaña el carro a pie, algo confundido porque su amo parece físicamente normal pero todos insisten en que está encantado.

Capítulo 21

Durante el viaje de vuelta, un canónigo de Toledo se acerca a la comitiva y entabla conversación. Critica las novelas de caballerías por sus disparates, mientras Don Quijote –desde su jaula– las defiende con apasionados argumentos. El canónigo advierte la locura del hidalgo, que confunde ficción con realidad, y continúa su camino impresionado.

Más adelante, unos oficiales de la Santa Hermandad los alcanzan, buscando al liberador de los galeotes. El cura los persuade de que el enjaulado es un pobre loco inofensivo. Viendo a Don Quijote tranquilo en la jaula, los alguaciles deciden dejarlos seguir sin arrestos.

Sancho, por su parte, pregunta al cura y al barbero cómo es que su amo necesita comer y hacer sus necesidades si está encantado. Ellos le convencen de que esas son ilusiones del encantamiento. Sancho, aunque escéptico, acepta la explicación por lealtad.

Capítulo 22

La caravana llega por fin a la aldea de Don Quijote. Deciden “desencantarlo”: lo liberan de la jaula antes de entrar al pueblo, diciéndole que el hechizo se ha roto. Don Quijote recupera su libertad algo confundido, creyendo de veras que un encantamiento lo tuvo preso. Su ama y sobrina lo reciben con lágrimas de alegría. Lo acuestan en su hogar para que repose.

Sancho también vuelve a casa con los suyos, contento de estar de regreso aunque sin las riquezas soñadas. El cura y el barbero recomiendan vigilar de cerca a Don Quijote para que no vuelva a escaparse. Aunque Don Quijote físicamente se repone, en su mente ya planea, tras un tiempo, emprender una tercera salida caballeresca.

Resumen Don Quijote Segunda Parte

Capítulo 1

Han pasado unos meses. Don Quijote convalece en su casa, aparentemente tranquilo. El cura y el barbero van a visitarlo para ver si ha sanado de su locura. Don Quijote habla de otros temas con sensatez, pero apenas mencionan la caballería andante, él vuelve a exaltarse defendiéndola. Sus amigos comprueban que sigue obsesionado.

Capítulo 2

La sobrina y el ama discuten con Don Quijote para disuadirlo de volver a salir. En eso llega Sancho Panza a visitarlo. Las mujeres intentan echar a Sancho, temiendo que su presencia incite otra aventura, pero el cura permite que entre. Sancho le cuenta a Don Quijote que corren rumores en el pueblo sobre sus locuras y que muchos se ríen. Don Quijote atribuye esos murmullos a la malicia de los encantadores y a la ignorancia de sus vecinos.

Capítulo 3

A la conversación se une Sansón Carrasco, un bachiller recién graduado que trae noticias sorprendentes: se ha publicado un libro titulado El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha que narra la primera parte de sus aventuras​. Sansón confirma que en otras provincias la gente lee con gusto las historias de Don Quijote y Sancho. Don Quijote se emociona al saber que su nombre es famoso; Sansón, con segundas intenciones, lo felicita y lo anima a que vuelva a salir para proporcionar material a una segunda parte.

Capítulo 4

Motivado por las palabras de Sansón (quien en el fondo planea vencerlo más adelante para devolverlo a casa), Don Quijote decide retomar sus aventuras. Sancho también está dispuesto, esperando la prometida ínsula. Preparan todo para partir en unos días. Don Quijote discute con su sobrina, que intenta detenerlo, pero él está resuelto. Por su parte, Sansón Carrasco secretamente planea disfrazarse de caballero andante más adelante y vencer a Don Quijote para obligarlo a regresar al hogar.

Capítulo 5

La víspera de la partida, Sancho conversa con su esposa Teresa Panza. Ella, más pragmática, le reprocha que vuelva a irse tras fantasías. Sancho la tranquiliza diciéndole que confía en obtener alguna ganancia (tal vez el gobierno de la ínsula prometida). Teresa finalmente le da su bendición, aunque sigue escéptica sobre esas “ísulas”.

Capítulo 6

Así, una madrugada, Don Quijote y Sancho emprenden la tercera salida, esta vez rumbo al Toboso para visitar a Dulcinea. Don Quijote siente que, antes de más aventuras, debe presentarse ante su dama. Sancho, aunque sabe que Dulcinea es en realidad Aldonza Lorenzo, no contradice a su amo.

Capítulo 7

Al anochecer llegan a las cercanías de El Toboso. Don Quijote se inquieta porque no sabe la dirección exacta de Dulcinea (Aldonza). Sancho, sabiendo la verdad, está nervioso. Don Quijote le encarga que vaya al pueblo a localizar a Dulcinea y pedirle audiencia. Sancho, en un aprieto, da vueltas por el Toboso de noche sin saber a quién buscar.

Capítulo 8

Al amanecer, Sancho regresa donde Don Quijote, fingiendo no haber podido encontrar la casa de Dulcinea. Casualmente, pasan cerca tres aldeanas montadas en burros. Sancho las señala improvisadamente y asegura que una de ellas es Dulcinea del Toboso con sus doncellas. Don Quijote solo ve a tres campesinas toscas. Sancho insiste en la mentira, y Don Quijote cree que un encantamiento ha transformado a Dulcinea en campesina para impedirle reconocer su belleza. Se apena muchísimo pensando que Dulcinea está bajo un hechizo maligno.

Capítulo 9

Tras el desencuentro con Dulcinea, Don Quijote y Sancho dejan El Toboso. Don Quijote, abatido por el supuesto encantamiento de su señora, promete no descansar hasta deshacerlo. Siguen su camino en busca de nuevas aventuras que también puedan ayudar a Dulcinea.

Capítulo 10

A pocos días de viaje, se cruzan con otro caballero andante que se hace llamar el Caballero del Bosque (o de los Espejos). Este caballero lleva una armadura reluciente y va acompañado de un escudero de nariz extraña (que a Sancho le resulta familiar). El Caballero del Bosque desafía a Don Quijote, jactándose de haber vencido anteriormente a un tal Don Quijote de la Mancha. Esto enfurece al verdadero Don Quijote, que acepta un duelo para defender su nombre.

Capítulo 11

Los dos caballeros acuerdan batirse al amanecer. Cuando cargan con las lanzas, el Caballero del Bosque, más joven y fuerte (es Sansón Carrasco disfrazado), cae derribado por la lanza de Don Quijote antes de poder herirlo. Para sorpresa de todos, Don Quijote gana el combate con facilidad. El derrotado, en tierra, queda a merced de Don Quijote y finalmente revela su identidad: es Sansón Carrasco. Don Quijote no lo reconoce (piensa que Sansón fue transformado mágicamente en ese caballero vencido), pero Sancho sí descubre que el escudero rival era su vecino Tomé Cecial con nariz postiza.

El Caballero del Bosque (Sansón), humillado, promete no oponerse más a Don Quijote por el momento. Don Quijote se alegra de la victoria y piensa que ha sido providencial.

Capítulo 12

Don Quijote y Sancho continúan su camino tras vencer a aquel misterioso caballero. En el trayecto conocen a un hidalgo bondadoso llamado Don Diego de Miranda (apodado el Caballero del Verde Gabán por su capa). Este los hospeda en su casa unos días, intrigado por las extravagantes ideas de Don Quijote.

Durante la estancia, Don Diego presencia las locuras de Don Quijote pero también cierta sensatez en sus palabras. Mantienen conversaciones sobre literatura y caballería, donde Don Quijote expone sus teorías y Don Diego escucha con respeto.

Capítulo 13

Un día, Don Diego sale con Don Quijote y Sancho de excursión. En el camino se encuentran con un carromato que transporta leones enjaulados (un regalo para el Rey). Don Quijote, ni corto ni perezoso, detiene el carro y reta a los leones, queriendo demostrar su valentía. A pesar de las súplicas del conductor y de Sancho, insiste en enfrentar a una de las fieras.

Abren una jaula: uno de los enormes leones asoma la cabeza, bosteza y, mansamente, decide no salir. Don Quijote permanece firme esperando lucha, pero el león simplemente se acuesta indiferente. Don Quijote toma esto como una victoria: dice que el león lo reconoció y se amedrentó. Ordena dejar constancia de que él ha vencido al “gigante” león y, desde ese momento, se autonombra el Caballero de los Leones. El carretero sigue su camino con los leones intactos, y Don Diego queda atónito ante tal escena.

Capítulo 14

Tras la aventura de los leones, Don Diego se despide amistosamente de Don Quijote, admirado pero aliviado de volver a la tranquilidad. Don Quijote y Sancho prosiguen. Llegan a un pueblo donde se celebran las bodas de Camacho, un rico labrador, con Quiteria, una bella joven.

En plena fiesta aparece Basilio, un antiguo pretendiente (pobre) de Quiteria, que desesperado finge clavarse una espada para morir si no puede casarse con ella. Agonizando teatralmente, pide como último deseo casarse con Quiteria. Ella, conmovida y aún enamorada de Basilio, accede ante todos. Una vez casados por el cura, Basilio revela que la herida era fingida: todo fue un truco para ganar la mano de Quiteria. Camacho y los invitados quedan asombrados.

Camacho, aunque furioso al principio, termina aceptando que Quiteria se vaya con Basilio, resignándose ante el ingenio del rival. Don Quijote, que presencia todo, defiende la acción de Basilio como propia de un enamorado verdadero y ayuda a calmar a los amigos de Camacho para evitar violencia. Finalmente, Basilio triunfa y Camacho continúa su opulento banquete sin la novia. Don Quijote y Sancho se marchan tras haber disfrutado de la comida, contentos de ver triunfar el amor sincero.

Capítulo 15

Después de la boda, Don Quijote y Sancho se encuentran con la legendaria cueva de Montesinos, de la que se cuentan historias mágicas. Don Quijote decide descender en la cueva atado con una soga para vivir la experiencia. Sancho y un guía lo bajan lentamente. Dentro, Don Quijote permanece en silencio alrededor de una hora.

Cuando finalmente lo suben, Don Quijote despierta como de un sueño profundo, afirmando que estuvo tres días en el fondo de la cueva bajo encantamiento. Relata que vio maravillas: según él, en las profundidades se encontró con el mismísimo Montesinos (un caballero legendario) y con Dulcinea del Toboso, que está encantada en forma campesina. Dice que Dulcinea le pidió que Sancho se azotase cierta cantidad de veces para romper el hechizo que pesa sobre ella. Sancho duda de esta historia (sospecha que su amo se quedó dormido), pero Don Quijote cree firmemente en la realidad de esa experiencia mística.

Capítulo 16

En el viaje hacia Barcelona, Don Quijote y Sancho viven aventuras menores (como un encuentro con comediantes y con el bandolero Roque Guinart) que no alteran el curso de su viaje.

Capítulo 17

Finalmente, con ayuda de Roque, llegan a la ciudad de Barcelona, viendo el mar por primera vez.

Capítulo 18

En Barcelona, Don Quijote es recibido por Don Antonio Moreno, un hidalgo que, conocedor de sus historias, los hospeda. Durante unos días, Don Quijote pasea por la ciudad. Don Antonio, por diversión, le muestra una supuesta cabeza encantada que responde a preguntas (en realidad un artificio trucado). Don Quijote hace consultas y la cabeza da respuestas ingeniosas, dejándolo impresionado. La fama de Don Quijote llega a Barcelona: algunos lo tratan con amabilidad y otros con burla, pero él se siente contento de ver el mar y de vivir nuevas experiencias.

Capítulo 19

Cuando llevan un tiempo en Barcelona, aparece en la playa un caballero misterioso totalmente vestido de blanco a caballo. Se hace llamar el Caballero de la Blanca Luna. Declara que ha oído de las proezas de Don Quijote pero asegura que su dama (la del Caballero de la Blanca Luna) es aún más hermosa que Dulcinea. Reta a Don Quijote a duelo singular para dirimir la cuestión.

Don Quijote, aunque cansado, no rehúye el desafío en defensa del honor de Dulcinea. Ambos contendientes se lanzan con las lanzas: el Caballero de la Blanca Luna, más joven y fuerte (ni más ni menos que Sansón Carrasco en su segundo intento), derriba violentamente a Don Quijote de un solo golpe. Don Quijote cae derrotado.

El vencedor coloca su lanza sobre Don Quijote y le impone la condición del duelo: Don Quijote debe admitir que Dulcinea no es la más bella y, sobre todo, retirarse a su pueblo por un año sin ejercer la caballería. Abatido y herido, Don Quijote acepta la condición. El Caballero de la Blanca Luna se aleja después de revelarle a Sancho que en realidad es Sansón Carrasco, cumpliendo así su plan de forzar el retiro de Don Quijote.

Capítulo 20

Don Quijote queda profundamente deprimido por la derrota. Tal como prometió, abandona las armas durante un año e inicia el camino de regreso a casa. Don Antonio y otros amigos en Barcelona lo consuelan lo mejor que pueden, elogiando su valentía a pesar de la pérdida. Sancho intenta animarlo proponiendo que, de regreso, podrían cumplir la ocurrencia de hacerse pastores durante el año de descanso (idea que a Don Quijote le había agradado tiempo atrás). Con ese plan pastoral como consuelo imaginario, Don Quijote y Sancho se despiden de Barcelona y emprenden el retorno a su aldea.

Capítulo 21

De camino, vuelven a pasar por la hacienda del Duque y la Duquesa, aquellos nobles burlones. Don Quijote es objeto de una última broma: la doncella Altisidora finge estar muerta de amor por él y luego “revive” tras un supuesto sacrificio de Sancho (otra jugarreta de los duques). Don Quijote no sabe qué pensar de aquello, pero no se detiene mucho.

Por fin, tras muchas jornadas, divisan su aldea. Don Quijote siente alegría de volver, mezclada con pesar por regresar derrotado. Sancho le asegura que podrán vivir una temporada tranquilos siendo pastores, a lo que Don Quijote asiente más animado.

Capítulo 22

Ya en su aldea, vecinos y familiares reciben a Don Quijote con alivio. Él está físicamente agotado. En casa, el ama y la sobrina lo cuidan. Don Quijote permanece algunos días en calma, hablando de convertirse en pastor en cuanto se reponga. Sancho le sigue la corriente, imaginando nombres pastoriles para ambos.

Pero la suerte de Don Quijote ya está echada. Poco después de llegar, cae enfermo con una fiebre alta. Postrado en el lecho, delira por algunos días. El cura acude a visitarlo y a cuidar de su alma.

Capítulo 23

Tras unos días, Don Quijote recobra la lucidez y, sorpresivamente, su mente ha sanado. Reniega de los libros de caballerías: reconoce que fueron ficciones que le nublaron el juicio. Declara: “Ya soy Alonso Quijano el Bueno; no más Don Quijote de la Mancha”​.

Sus amigos y familiares se asombran de este regreso a la cordura. Don Quijote pide un confesor y redacta su testamento. Reparte sus bienes; a Sancho le deja algo de dinero. Sancho llora y le suplica que no renuncie a ser Don Quijote, pues preferiría más aventuras que cualquier herencia.

Alonso Quijano (Don Quijote) agradece a Sancho por su lealtad pero se mantiene firme en que la época de las caballerías ha terminado para él. Pocos días después, con la paz de haber recuperado su juicio, Alonso Quijano fallece en su cama, rodeado de sus seres queridos. Sus últimas palabras piden perdón por sus locuras pasadas y aconsejan a su sobrina que no se case con ningún hombre aficionado a los libros de caballería.

Así muere Don Quijote, cuerdo y cristiano. Sancho y los demás lloran la pérdida, al tiempo que el narrador cierra la historia asegurando que no habrá más aventuras del ingenioso hidalgo de la Mancha.

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