Con el Foco Lector tengo un claro objetivo: hacer que recuperes el superpoder de la concentración en la lectura. Ahora, es el momento de ponernos el traje de detective y empezar a investigar. Siempre he pensado que para solucionar un problema, primero debemos entenderlo a fondo.
Así que vamos a comenzar por la pregunta más obvia:
¿Por qué, exactamente, nuestra mente parece tener vida propia justo cuando más necesitamos que se quede quieta entre las líneas de un texto?
Vamos a explorar juntos las raíces de la distracción, tanto las que provienen del mundo que nos rodea como las que se originan en nuestro propio universo interior. Prepárate para algunas revelaciones sobre cómo funciona tu cerebro y para identificar a tus «ladrones de atención» personales.
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Este texto en parte pertenece a un curso que voy a sacar próximamente sobre concentración y mejora en la lectura. ¡Apúntate a la Newsletter y no te lo pierdas!
La ciencia de la atención: Un recurso limitado y caprichoso
Imagina tu atención como un foco de luz —justo como el nombre que lleva este apartado—. Puedes dirigirlo hacia donde quieras, pero tiene sus peculiaridades. Los científicos suelen hablar de distintos tipos de atención, pero para nuestro propósito, centrémonos en tres clave:
- Atención Sostenida: Podemos decir que es la capacidad de mantener ese foco de luz fijo en una sola tarea durante un periodo prolongado. Es la estrella del espectáculo cuando hablamos de leer un libro. Es la que nos permite seguir el hilo de una trama compleja o absorber los detalles de un argumento. Y sí, es precisamente la que más parece costarnos hoy en día.
- Atención Selectiva: Es la habilidad de mantener el foco en una tarea a pesar de las distracciones. Piensa en leer en una cafetería ruidosa o ignorar el zumbido del móvil mientras intentas entender un párrafo denso. Es como ajustar la intensidad del foco para que lo importante brille más que el ruido de fondo.
- Atención Dividida (o Multitarea): Es el intento de repartir el foco entre varias tareas simultáneamente. Me atrevería a decir que esto es más un mito que una realidad eficiente, especialmente para tareas complejas como la lectura comprensiva. Es como intentar iluminar bien dos habitaciones a la vez con un solo foco; ninguna recibe la luz que necesita.
Ahora bien, ¿por qué nuestro foco parece tan incontrolable? Nuestro cerebro, producto de millones de años de evolución, está programado para buscar dos cosas: novedad y seguridad. En el pasado, prestar atención a un ruido nuevo en la maleza (novedad) podía significar la diferencia entre la vida y la muerte (seguridad). ¿Ves la importancia?
Hoy, esa misma programación hace que una notificación vibrante o un titular llamativo secuestren nuestro foco con una facilidad pasmosa. Son señales de novedad que nuestro cerebro interpreta instintivamente como potencialmente importantes.
Recuerda la palabra «secuestrar». Es fundamental para que entiendas gran parte del problema.
Además, nuestro cerebro ama la gratificación instantánea. Las redes sociales, los vídeos cortos, los juegos… ofrecen pequeñas dosis de dopamina (la hormona del placer y la recompensa) de forma rápida y constante.
La lectura profunda, en cambio, requiere un esfuerzo sostenido y la recompensa suele ser más a largo plazo (comprensión, conocimiento, disfrute de la trama). Nuestro cerebro moderno, acostumbrado al «chute» rápido, a menudo se impacienta con el ritmo más pausado de la lectura.
Entender esto no debe de servir para resignarnos, sino para ser conscientes de la batalla que libramos. No es que seas «malo/a» concentrándote; es que tu cerebro está respondiendo a un entorno y a unos instintos que no siempre juegan a favor de la lectura profunda.
Este libro me ha ayudado a entender gran parte de lo que cuento.
- Hari, Johann (Autor)
El campo de batalla: Cuando el mundo conspira contra tu libro
Si la atención es un foco, el mundo exterior a menudo parece empeñado en agitarlo o desviarlo. Nos va a ser de gran ayuda identificar esos saboteadores externos que quieren secuestrar tu atención:
1. El «Tirano Digital»
Es el sospechoso número uno (y lo sabes). Notificaciones (visuales, sonoras, vibratorias), la tentación constante de revisar el correo, las redes sociales o las noticias… Cada alerta es una interrupción, un micro-cambio de contexto que rompe el hilo de la lectura.
Incluso seguro que te ha pasado. Esa anticipación de una notificación puede destruir tu atención. El simple hecho de tener el móvil a la vista, aunque esté en silencio, ha demostrado reducir la capacidad cognitiva disponible.
2. El entorno físico
Quizás el problema sea cómo lees. ¿Intentas leer con la televisión de fondo? ¿En una habitación desordenada que te recuerda mil tareas pendientes? ¿Con interrupciones constantes de familiares, compañeros de piso o mascotas?
El ruido, la falta de un espacio tranquilo y las interrupciones directas son obstáculos evidentes. Un entorno caótico genera una carga mental adicional que compite por los recursos de tu atención.
3. La presión invisible
Vivimos en una cultura que a menudo valora la respuesta inmediata y la disponibilidad constante. Puede que sientas una presión interna (o externa) por estar siempre «conectado/a», por responder mensajes al instante.
Esta expectativa puede hacer que desconectar para leer se sienta casi como un acto de rebeldía o incluso generar ansiedad («¿y si me estoy perdiendo algo importante?»). Ya sabes, el FOMO de toda la vida…
Estos factores externos no son triviales y debes de hacerte consciente de ellos. Crean una fricción constante que dificulta enormemente encontrar y mantener ese estado de flujo necesario para una lectura inmersiva. No los menosprecies.
La batalla interior: El ruido dentro de tu propia mente
Y es que como seguro que habrás observado, a veces, el mayor obstáculo no está fuera, sino dentro. Nuestra propia mente puede ser un lugar muy ruidoso y es el responsable de que seas incapaz de concentrarte al leer:
1. El murmullo de las preocupaciones
El estrés, la ansiedad, las listas de tareas pendientes, las preocupaciones sobre el futuro o las rumiaciones sobre el pasado… Todo este «ruido mental» consume una enorme cantidad de energía atencional.
Si tu mente está ocupada ensayando una conversación difícil o repasando la lista de la compra, queda muy poco espacio para seguir la trama de una novela o entender un concepto complejo.
2. El cuerpo habla
Como siempre, conviene hacerse preguntas. ¿Intentas leer cuando estás agotado/a tras un largo día? ¿Has dormido mal? ¿Estás deshidratado/a o tienes hambre? Nuestro estado físico tiene un impacto directo y brutal en nuestra capacidad de concentración.
La fatiga reduce la función ejecutiva del cerebro (la que gestiona la atención), la falta de sueño nubla el pensamiento y una mala nutrición o hidratación puede dejarnos lentos y dispersos. Deja de ignorar las necesidades básicas de tu cuerpo. Es como intentar conducir un coche sin gasolina…
3. El desinterés sutil (o no tan sutil)
Seamos sinceros, a veces simplemente el libro no nos engancha. Quizás el tema no te apasiona, el estilo del autor no conecta contigo o estás leyendo por obligación. Ya he hablado sobre esto.
Tienes que tener ganas de leer. La falta de interés genuino hace que la mente busque activamente cualquier excusa para escapar. La motivación y la curiosidad son combustibles esenciales para la atención sostenida.
4. El músculo desentrenado
Como mencionamos antes, la concentración es como un músculo. I al igual que los músculos que te sirven para levantar cosas pesadas o caminar, si no los usas se van a acabar atrofiando y dejan de funcionar como deben.
Pasas mucho tiempo saltando entre tareas, consumiendo información fragmentada y evitando actividades que requieran enfoque prolongado, ese músculo se debilita. La falta de práctica habitual de lecturas profundas hace que cada intento te resulte más difícil, creando un círculo vicioso: como es difícil, lo evitas, y como lo evitas, se vuelve aún más difícil.
Sé honesto/a y hazte consciente de ellos. Estos factores internos son a menudo más insidiosos que los externos, porque no siempre somos —o no queremos ser— conscientes de su impacto hasta que nos encontramos releyendo el mismo párrafo una y otra vez.
El gran engaño de la Multitarea y por qué intentar leer y hacer otra cosa a la vez no funciona
Nos han vendido la moto de que ser multitarea es ser eficiente. Pero como en muchas ocasiones nos han mentido una vez más. La realidad, especialmente para tareas cognitivamente exigentes como la lectura, es muy diferente.
Lo que llamamos «multitarea» no es hacer varias cosas a la vez, sino cambiar rápidamente el foco de atención entre ellas.
Cada vez que cambias (por ejemplo de leer tu libro a mirar un mensaje y volver al libro), tu cerebro paga un «coste de cambio«. Necesita tiempo y energía para desconectar de una tarea, orientarse en la nueva y luego volver a la original, tratando de recordar dónde lo dejó.
Estos cambios constantes:
- Reducen drásticamente la comprensión: Es mucho más difícil seguir el hilo argumental o captar los matices si tu atención está fragmentada.
- Aumentan los errores: Es más probable que malinterpretes algo o te saltes información importante.
- Incrementan el tiempo total: Aunque parezca contraintuitivo, intentar hacer dos cosas «a la vez» suele llevar más tiempo que hacerlas secuencialmente con plena concentración.
- Generan fatiga mental: Cambiar constantemente de marcha agota tus recursos cognitivos mucho más rápido.
Intentar leer mientras ves la televisión, sigues una conversación o revisas intermitentemente el móvil es una receta para la frustración y la lectura superficial. La lectura profunda exige, por naturaleza, una atención dedicada.
Así que no. NO podemos hacer dos cosas a la vez. Podemos hacer dos cosas una detrás de otra muy rápido, pero nada más.
Haz tu autodiagnóstico de distracción
Vamos con un ejercicio práctico.
Ahora que hemos explorado las posibles causas, es tu turno de convertirte en detective de tu propia atención. Tómate unos minutos (sin distracciones, anda…) para reflexionar y anotar tus respuestas a estas preguntas.
Sé lo más honesto/a posible contigo mismo/a, ya que si no lo eres todo esto no servirá de nada. Este es el primer paso para crear un plan de acción efectivo.
- Momento y Lugar: ¿Cuándo y dónde sueles intentar leer? ¿Cómo es ese entorno habitualmente (ruido, interrupciones, orden/desorden)?
- El Factor Digital: ¿Qué papel juegan tus dispositivos (móvil, tablet, ordenador) cuando intentas leer? ¿Están cerca? ¿Silenciados? ¿Sientes la tentación de mirarlos? ¿Con qué frecuencia interrumpes la lectura para consultarlos?
- Tu Estado Interno: Antes de empezar a leer, ¿cómo sueles sentirte física y mentalmente? (¿Cansado/a, estresado/a, relajado/a, hambriento/a, ansioso/a?). ¿Qué tipo de pensamientos suelen rondar tu cabeza mientras lees?
- El Material de Lectura: ¿Sientes que te distraes más con ciertos tipos de libros o textos? ¿Lees más por obligación o por placer últimamente?
- El Hábito (o la Falta de Él): ¿Con qué frecuencia lees de forma sostenida (más de 15-20 minutos seguidos)? ¿Sientes que te cuesta «arrancar» o mantener el ritmo?
- Multitarea: ¿Intentas combinar la lectura con otras actividades? ¿tratas de hacer varias cosas mientras lees? ¿Cuáles?
- Identifica a Tus «Top 3»: Basándote en tus respuestas, ¿cuáles dirías que son los 3 principales «ladrones de atención» que sabotean tu lectura con más frecuencia? (Ej: Notificaciones del móvil, cansancio, preocupaciones laborales).
Guarda estas notas. Serán tu punto de partida y una referencia valiosa a medida que vaya lanzando más artículos al respecto. Reconocer tus patrones específicos de distracción es fundamental para poder elegir las estrategias que mejor se adapten a ti.
Lo verás más profundidad en el ebook que lanzaré pronto.
Y para terminar quiero felicitarte. Tengo como objetivo claro hacer que todas las personas posibles seáis conscientes de ese «secuestro de atención» al que os veis —nos vemos— sometidos y tratar de anularlo. Y este ha sido tu primer paso.
Has completado el diagnóstico inicial. Ya tienes una comprensión mucho más clara de las fuerzas internas y externas que compiten por tu atención cuando intentas leer. Ya tienes conciencia.
Puede que incluso te sientas un poco abrumado/a al ver todos los frentes abiertos, ¡pero no te preocupes! El conocimiento es poder y con ese poder vas a hacer grandes cosas. Solo es ponerse a ello.
Próximamente seguiré con la teoría a la acción. Empezaremos a construir tu «fortaleza» contra las distracciones, preparando el escenario físico y mental ideal para que la lectura concentrada pueda florecer. ¿Listo/a para empezar a tomar el control? Nos vemos pronto.
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