- 1. La Sombra del Monasterio de Piedra, Zaragoza
- 2. El Puente Maldito de Overtoun, Escocia
- 3. La Niña de la Torre de Londres, Inglaterra
- 4. El Fantasma del Faro de Saint Augustine, Florida
- 5. Los Susurros del Sanatorio Waverly Hills, Kentucky
- 6. La Cabaña del Bosque Hoia-Baciu, Rumania
- 7. El Pozo de las Almas Perdidas de Black Angel, Iowa
- 8. El Hombre de las Sombras del Hotel Banff Springs, Canadá
- 9. La Criatura del Lago de los Espejos, Suiza
- 10. La Dama de la Niebla de la Isla Hashima, Japón
- Descargar leyendas cortas de terror
¿Estás preparado? ¿Lista para el terror? Te dejo 10 leyendas urbanas cortas que no te dejarán dormir este Halloween para que disfrutes de la noche más terrorífica del año en compañía de tus amigos…
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1. La Sombra del Monasterio de Piedra, Zaragoza
En un rincón olvidado del Monasterio de Piedra, en Zaragoza, los visitantes han escuchado lamentos que atraviesan los muros de piedra al caer la noche. Cuentan que, hace siglos, una monja fue emparedada viva por desafiar las reglas de la orden. Cada medianoche, la sombra de una figura encapuchada se materializa cerca del claustro, susurrando rezos rotos en latín. Quienes la han visto aseguran que sus ojos no tienen pupilas y que si la miras fijamente, tu cuerpo se paraliza mientras un frío indescriptible te rodea.
Una noche, dos turistas, Marta y Javier, decidieron pasar la noche en el monasterio, ignorando las advertencias. «¿De verdad crees que algo va a pasar?», preguntó Marta con una sonrisa nerviosa mientras preparaban sus sacos de dormir. Javier se encogió de hombros. «Son solo historias para asustar a los crédulos», dijo, tratando de sonar seguro.
A la medianoche, un escalofrío recorrió la habitación. Marta escuchó un susurro que parecía provenir del pasillo. «Javier, ¿lo oíste?», susurró, su voz temblando. Javier frunció el ceño, tratando de escuchar. De repente, un rezo roto en latín resonó desde el claustro. Ambos se miraron, los ojos abiertos de par en par. «Vamos a ver qué es», dijo Javier, aunque su voz traicionaba su miedo.
Salieron al pasillo, y allí la vieron: una figura encapuchada, inmóvil, susurrando palabras ininteligibles. «No… no tiene ojos», jadeó Marta, agarrando el brazo de Javier. La sombra giró lentamente hacia ellos, y Javier sintió cómo su cuerpo se paralizaba mientras un frío helado se apoderaba de él. La figura extendió una mano hacia ellos, y entonces todo se volvió negro. Fueron encontrados dos días después, deambulando por los terrenos del monasterio, susurrando oraciones que nadie entendía. Sus ojos vacíos y miradas perdidas sugerían que habían visto algo más allá de la comprensión humana.
Los aldeanos que los encontraron comentaron que en los días siguientes, varias personas en el pueblo comenzaron a tener pesadillas. En sus sueños, la figura encapuchada los observaba desde las sombras, y un frío helado llenaba la habitación. Algunos decían que incluso, al despertar, podían sentir el roce de una mano gélida en su piel.
2. El Puente Maldito de Overtoun, Escocia
El puente de Overtoun, cerca de Dumbarton, Escocia, es conocido no solo por su belleza, sino también por su inquietante historia. Se dice que desde el siglo XIX, decenas de perros han saltado inexplicablemente desde el puente, como si una fuerza invisible los empujara. Pero lo que pocos saben es que, en noches de luna llena, los lugareños han visto a una mujer vestida de blanco caminando al borde del puente, sus ojos vacíos fijos en el horizonte.
Una noche, Carlos, un turista español que viajaba por Escocia, decidió visitar el famoso puente. «Es solo una leyenda», se dijo a sí mismo mientras caminaba por la carretera desierta que llevaba al puente. Al llegar, un viento frío sopló, haciendo que las ramas de los árboles cercanos se movieran de forma inquietante. De repente, vio una figura al borde del puente. «¿Qué demonios…?», murmuró, disminuyendo la velocidad. La mujer vestida de blanco caminaba lentamente, y Carlos sintió un nudo en el estómago. Bajó la ventanilla. «¿Necesita ayuda, señora?», gritó.
La mujer se giró hacia él y Carlos quedó petrificado. Su rostro no era humano: era una máscara cadavérica con ojos huecos, negros como la noche. En sus brazos sostenía algo que al principio parecía un niño, pero al mirar más de cerca, Carlos se dio cuenta de que no tenía rostro. Un lamento comenzó a llenar el aire, un sonido agudo y penetrante que parecía provenir de todas partes a la vez. «¡No puede ser real!», gritó Carlos, intentando arrancar el coche, pero el motor no respondía.
La mujer comenzó a acercarse, sus pies flotando sobre el suelo. Carlos sintió como si el aire se volviera denso, difícil de respirar. Finalmente, el motor arrancó, y Carlos aceleró, dejando atrás la figura. Al día siguiente, contó su experiencia en un pub cercano. «Si la ves, no hay escapatoria», dijo un anciano con voz quebrada. «Ella te sigue. La única razón por la que estás aquí es porque aún no ha decidido llevarte». Esa noche, Carlos no pudo dormir. Cada vez que cerraba los ojos, escuchaba el llanto, más cerca, resonando en su mente.
3. La Niña de la Torre de Londres, Inglaterra
La Torre de Londres, uno de los lugares más emblemáticos y aterradores de Inglaterra, esconde entre sus muros historias de traición, dolor y muerte. Los vigilantes nocturnos hablan en voz baja sobre la niña que se aparece en las torres abandonadas del palacio. La historia cuenta que, durante la ocupación de la torre por los soldados del rey Enrique VIII, una niña fue encarcelada junto a su madre, acusadas de brujería. Nunca se las volvió a ver con vida. Hoy en día, al caer la noche, se dice que puedes escuchar risas infantiles en los pasillos de la Torre Sangrienta.
Manuel, un vigilante novato, no creyó en la historia. «Solo son cuentos para asustar a los nuevos», se dijo a sí mismo mientras realizaba su ronda nocturna. Sin embargo, esa noche escuchó una risa infantil que resonaba en los muros. «¿Quién anda ahí?», gritó, su voz resonando en la oscuridad. La risa continuó, llevándolo hasta una de las habitaciones oscuras. Al abrir la puerta, vio a una niña, de espaldas, con un vestido antiguo. «Niña, ¿qué haces aquí?», preguntó Manuel, acercándose lentamente.
La niña se giró, y Manuel se quedó sin aliento. Al principio, su rostro parecía normal, pero luego sus ojos se tornaron negros como la obsidiana, y su sonrisa se ensanchó hasta ser una mueca macabra. Manuel intentó retroceder, pero sus pies no respondían. Sintió un frío alrededor de su cuello, como si unas manos invisibles lo estuvieran asfixiando. Su visión comenzó a nublarse, y antes de desmayarse, escuchó la voz de la niña susurrando: «No te vayas… juega conmigo para siempre».
Al día siguiente, sus compañeros lo encontraron en el suelo, con marcas en el cuello y los ojos llenos de terror. «Ella me encontró», murmuraba sin cesar. Desde entonces, los vigilantes evitan la Torre Sangrienta durante la noche, y aquellos que se ven obligados a patrullar escuchan susurros y risas en la oscuridad, recordándoles que la niña sigue esperando por alguien con quien jugar.
4. El Fantasma del Faro de Saint Augustine, Florida
En la costa de Florida, el Faro de Saint Augustine se erige como un monumento solitario y aterrador. Los lugareños cuentan que, durante las tormentas, se puede ver a una figura en la cima del faro, mirando hacia el mar embravecido. Es el espíritu de un antiguo farero que perdió la vida intentando salvar a un barco que naufragaba, arrastrado por las olas furiosas mientras gritaba por ayuda.
Una noche de tormenta, Laura y su amigo Pedro, turistas en busca de aventuras, decidieron explorar el faro. «¿Estás segura de que es buena idea?», preguntó Pedro, mirando las olas romper contra las rocas. «Vamos, solo es una historia», respondió Laura, intentando parecer valiente. Al entrar, una ráfaga de viento cerró la puerta detrás de ellos. «Genial, ahora estamos atrapados», murmuró Pedro.
Subieron las escaleras del faro, y al llegar a la mitad, una figura transparente apareció delante de ellos. «¿Quién… quién eres?», tartamudeó Laura. La figura los miró sin decir nada, y luego señaló hacia la cima del faro. «Creo que quiere que subamos», dijo Pedro, aunque su voz estaba llena de duda. Siguieron subiendo, y el frío se volvió insoportable. Cada escalón parecía absorber el calor de sus cuerpos, y el aire se volvió tan pesado que apenas podían respirar.
Al llegar a la cima, la figura desapareció, y un grito ahogado resonó desde abajo, como si alguien se estuviera ahogando en el mar. Laura y Pedro miraron hacia el horizonte, y vieron el mar revolverse con furia. De repente, el faro comenzó a temblar, y una voz gutural resonó: «¿Por qué no me salvaron?». Pedro perdió el equilibrio y casi cae por la barandilla. Laura lo sujetó justo a tiempo, y ambos comenzaron a descender apresuradamente, pero la figura del farero volvió a aparecer, esta vez bloqueándoles el camino. Sus ojos, llenos de dolor y rabia, los miraban fijamente. «Ustedes también se quedarán aquí», dijo, su voz como un susurro en el viento.
Laura y Pedro salieron corriendo del faro, y nunca más volvieron a acercarse a Saint Augustine. Pero Laura, cada vez que cerraba los ojos para dormir, veía el rostro del farero y escuchaba su voz. Pedro, por otro lado, comenzó a tener pesadillas donde caía del faro una y otra vez, con el grito del farero resonando en sus oídos.
5. Los Susurros del Sanatorio Waverly Hills, Kentucky
El Sanatorio Waverly Hills, en Kentucky, es conocido por ser uno de los lugares más aterradores de Estados Unidos. Abandonado hace décadas, se dice que en sus pasillos aún se escuchan los ecos de los pacientes que murieron en condiciones terribles, víctimas de la tuberculosis y de tratamientos experimentales inhumanos. Los exploradores urbanos que se han aventurado a entrar relatan haber escuchado susurros pidiéndoles que se vayan, seguidos de fuertes golpes y puertas que se cierran de golpe.
Sergio y Ana, dos amigos aficionados al misterio, decidieron entrar una noche para grabar un video. «Esto va a ser épico», dijo Sergio, aunque su sonrisa parecía forzada. Caminaban por los pasillos oscuros cuando un susurro les heló la sangre. «Váyanse…», decía una voz casi inaudible. Ana miró a Sergio, sus ojos llenos de miedo. «¿Lo escuchaste?», preguntó. Sergio asintió, tragando saliva.
De repente, una puerta se cerró de golpe detrás de ellos. «¡Corre!», gritó Ana, pero al llegar a la tercera planta, se detuvieron en seco. Allí estaba ella: una enfermera sin rostro, flotando unos centímetros por encima del suelo. Sergio sintió cómo el aire abandonaba sus pulmones, incapaz de respirar mientras la figura se acercaba. «No… por favor…», suplicó Ana, sus palabras apenas audibles entre sollozos.
La enfermera levantó una mano, y el frío llenó el pasillo. Sergio sintió como si todo el calor de su cuerpo fuera absorbido. De repente, una serie de voces comenzaron a resonar alrededor de ellos, susurros enloquecidos que parecían provenir de las paredes mismas. «No te vayas…», «Quédate con nosotros…», «El dolor nunca se acaba…». Sergio y Ana intentaron correr, pero cada paso se hacía más difícil, como si una fuerza invisible los arrastrara hacia el suelo.
Finalmente, lograron salir del sanatorio, jadeando, con lágrimas en los ojos. Cuando llegaron al coche, Sergio aún no podía recuperar el aliento, y Ana miró hacia atrás, viendo a la enfermera en la ventana, observándolos sin ojos, sin boca, sin alma. Desde entonces, Ana ha tenido pesadillas recurrentes en las que camina por los pasillos del sanatorio, rodeada de sombras que la llaman, y cada vez se siente más difícil distinguir entre el sueño y la realidad.
6. La Cabaña del Bosque Hoia-Baciu, Rumania
El Bosque Hoia-Baciu, en Rumania, es conocido como el «Triángulo de las Bermudas de Transilvania» debido a los extraños sucesos que allí ocurren. Un lugar donde los árboles crecen torcidos, y el silencio se torna ensordecedor. En medio de este bosque se encuentra una cabaña abandonada, de la cual los lugareños hablan con temor. Dicen que cualquiera que entre en la cabaña escucha voces que no provienen de este mundo.
Una noche, tres amigos, Adrián, Marius y Elena, decidieron explorar el bosque. «Esto va a ser increíble», dijo Adrián con una sonrisa, aunque la oscuridad del bosque y la atmósfera opresiva comenzaban a hacerle dudar. Después de horas de caminar entre árboles retorcidos, encontraron la cabaña. «Ahí está», señaló Elena, con un brillo de emoción en sus ojos.
Al entrar en la cabaña, el aire cambió. Un frío repentino los envolvió, y una sensación de ser observados los recorrió. «No me gusta esto», murmuró Marius, mirando alrededor. La puerta detrás de ellos se cerró de golpe. «¿Qué diablos…?», dijo Adrián, tratando de abrirla sin éxito. De repente, una voz gutural resonó: «No deberían estar aquí». Elena gritó, y las luces de sus linternas parpadearon antes de apagarse por completo.
En la oscuridad, comenzaron a escuchar susurros. «No están solos», decía una voz, mientras otra murmuraba: «Se quedaron atrapados, como ustedes». Adrián sintió algo rozar su hombro, y el pánico se apoderó de él. «¡Tenemos que salir de aquí!», gritó. Los tres comenzaron a buscar desesperadamente una salida, pero la cabaña parecía expandirse, cada puerta que abrían llevaba a otra habitación más oscura.
Finalmente, Elena encontró una ventana y la rompió con una silla. Salieron uno por uno, pero al girar para ver la cabaña, notaron que no había luz en el interior, y sin embargo, sombras humanas se movían tras los cristales. Desde entonces, cada uno de ellos ha sufrido pesadillas recurrentes. En ellas, la cabaña los llama de vuelta, y los susurros se vuelven gritos, exigiendo que regresen para quedarse «para siempre».
7. El Pozo de las Almas Perdidas de Black Angel, Iowa
En el cementerio Oakland, en Iowa, se encuentra una estatua conocida como el «Ángel Negro». La leyenda dice que si te paras frente a ella durante la medianoche y le miras a los ojos, escucharás los lamentos de las almas atrapadas. Pero pocos conocen la verdadera historia: debajo del ángel se encuentra un pozo sellado, un pozo que lleva a un lugar donde las almas errantes se lamentan por la eternidad.
Una noche, un grupo de adolescentes, Sarah, Mike y Tom, decidieron probar la leyenda. «No creo en estas tonterías», dijo Tom, mientras caminaban hacia la estatua. El aire era frío, y una niebla densa comenzaba a formarse alrededor del cementerio. «Vamos, solo es una estatua», dijo Mike, riendo nerviosamente. Al llegar frente al ángel, Sarah se quedó mirando sus ojos oscuros y fríos. «Parece que nos observa», murmuró.
A medianoche, el ambiente cambió. Un viento helado sopló de repente, y la niebla se tornó más espesa. «¿Escuchan eso?», preguntó Sarah, sus ojos abiertos de par en par. Un lamento, un grito lejano, comenzó a resonar desde el suelo. «Debe ser el pozo», dijo Mike, intentando sonar valiente. Sin pensarlo, Tom se acercó a la base de la estatua y comenzó a buscar algo. «Aquí debe haber una entrada…», murmuró.
De repente, el suelo bajo sus pies comenzó a temblar. Una tapa de hierro se abrió lentamente, revelando un pozo oscuro y profundo. Un frío insoportable emanaba de él, y los lamentos se hicieron más fuertes, casi ensordecedores. «Tenemos que irnos», dijo Sarah, pero Tom parecía hipnotizado. Comenzó a descender hacia el pozo, sus ojos sin expresión. «Tom, ¡detente!», gritó Mike, pero era como si no pudiera escucharlos.
Mike y Sarah intentaron sujetarlo, pero una fuerza invisible los empujó hacia atrás. Tom desapareció en la oscuridad del pozo, y la tapa se cerró de golpe. Desde entonces, Sarah y Mike han evitado el cementerio, pero cada año, en la fecha en que perdieron a su amigo, escuchan su voz llamándolos en sueños, pidiendo que lo ayuden a salir del pozo, donde aún escucha los lamentos de las almas perdidas que nunca encontrarán descanso.
8. El Hombre de las Sombras del Hotel Banff Springs, Canadá
El Hotel Banff Springs, en Alberta, Canadá, es conocido por su belleza y lujo, pero también por ser uno de los lugares más embrujados del país. Uno de los relatos más aterradores que circula entre los empleados es el del «Hombre de las Sombras». Se dice que aparece en la habitación 873, una habitación que oficialmente no existe, ya que fue sellada después de una serie de eventos inexplicables.
Una noche, Claire, una trabajadora del hotel, fue enviada a revisar un ruido en el pasillo donde se encontraba la habitación sellada. «No creo en estas historias», murmuró, mientras caminaba por el pasillo. Al llegar a la puerta, notó que el número estaba medio borrado, y una sensación de frío recorrió su espalda. De repente, un golpe fuerte resonó desde el interior. «¿Hay alguien ahí?», preguntó, su voz temblando.
La puerta se abrió lentamente por sí sola, revelando una oscuridad total en el interior. Claire encendió su linterna y dio un paso adentro. Las paredes estaban cubiertas de marcas de arañazos, y el aire era denso y helado. De repente, sintió una presencia detrás de ella, como si alguien estuviera respirando en su nuca. «¿Quién… quién eres?», susurró, incapaz de moverse.
Al girarse, vio una figura oscura, sin rasgos visibles, solo una sombra que parecía absorber toda la luz. Los ojos de la figura eran pozos de oscuridad, y antes de que pudiera gritar, la puerta se cerró de golpe. Claire fue encontrada horas después, en estado de shock, balbuceando incoherencias sobre un hombre sin rostro. Desde entonces, la habitación 873 permanece sellada, pero los empleados aseguran que, algunas noches, se escuchan golpes y susurros provenientes de ese pasillo.
9. La Criatura del Lago de los Espejos, Suiza
El Lago de los Espejos, en Suiza, es un lugar de una belleza impresionante durante el día, pero al caer la noche, se convierte en un sitio temido por los lugareños. Se dice que en las noches sin luna, una criatura emerge del agua, buscando almas perdidas para arrastrarlas al fondo del lago. La leyenda cuenta que, si te asomas al lago en una noche oscura, podrías ver tu reflejo transformarse en algo más.
Una noche, Luca, un fotógrafo, decidió capturar la belleza del lago bajo la luz de las estrellas. «Es solo un lago», se dijo mientras preparaba su equipo. Al acercarse a la orilla, el agua parecía extrañamente calmada, como si estuviera esperando. Luca se inclinó para mirar su reflejo, pero en lugar de su cara, vio un rostro distorsionado, con ojos vacíos y una sonrisa retorcida.
Luca retrocedió, asustado. «No puede ser… es solo un reflejo», murmuró. De repente, una mano salió del agua, agarrando su muñeca con fuerza. El frío era insoportable, y sintió cómo algo tiraba de él hacia el agua. «¡No!», gritó, intentando soltarse, pero la criatura era demasiado fuerte. El agua comenzó a tragárselo, y los últimos sonidos que escuchó fueron sus propios gritos, ahogados por el lago.
Luca fue encontrado a la mañana siguiente, tumbado en la orilla, empapado y con los ojos abiertos de par en par, como si hubiera visto algo que su mente no podía comprender. Su cámara estaba destrozada, pero la última foto capturada mostraba una figura oscura emergiendo del lago, con una sonrisa que parecía burlarse del mundo de los vivos.
10. La Dama de la Niebla de la Isla Hashima, Japón
La Isla Hashima, también conocida como Gunkanjima, es una isla desierta frente a la costa de Japón, famosa por su aspecto fantasmal y su historia de explotación minera. Se dice que la isla está habitada por las almas de los trabajadores que murieron en condiciones terribles, y que en las noches de niebla, una dama vestida de blanco aparece entre las ruinas, buscando compañía.
Taro, un periodista, decidió explorar la isla para un reportaje. «Solo es una isla abandonada», pensó mientras desembarcaba. La niebla comenzó a rodearlo, haciéndose más densa a cada paso que daba entre los edificios en ruinas. De repente, escuchó un susurro: «¿Por qué me dejaste…?». Taro se detuvo en seco, su corazón latiendo con fuerza. «¿Quién anda ahí?», gritó, pero solo el silencio le respondió.
Mientras avanzaba, vio una figura entre la niebla: una mujer con un kimono blanco, su rostro oculto bajo un velo. «¿Estás perdida?», preguntó, intentando sonar calmado. La mujer levantó la cabeza, y Taro sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Sus ojos eran negros y vacíos, y su boca se torció en una sonrisa llena de tristeza. «Ven conmigo», susurró, extendiendo una mano hacia él.
Taro comenzó a retroceder, pero la niebla parecía cerrarse a su alrededor, haciéndole imposible encontrar el camino de vuelta. La figura se acercó más y más, hasta que sintió su aliento frío en la piel. «Nunca debiste venir», dijo la mujer, y todo se volvió oscuro. Taro fue encontrado al amanecer por un grupo de pescadores, inconsciente y temblando. Desde entonces, ha tenido visiones de la dama en cada niebla, su figura acercándose cada vez más, como si quisiera llevarlo de vuelta con ella a la isla de las almas perdidas.